Nuevas trenzas de oro serán segadas de los trigales, si el céfiro traiciona los deseos de mi reina desprendiendo sus cabellos para sembrarlos en la constelación del león. No arrancará la hija de Atlas tu rostro primaveral de mi memoria, azuzando el fuego de las estrellas en las Targelias de Mayo. Ni el mismo Apolo perdonaría el olvido. No se extinguirá el fulgor de mi doncella por la envidia de ningún Dios, sea o no griego. Florecerá siempre; porque ese es el capricho de lo bello; resurgiendo como el “buen fuego” en la hoguera sagrada de las nueve maderas que los druidas encendieron. Deseaba para sí, la esposa del Dios del trueno estos cabellos, y los reyes; y los dioses; y los hombres; y los memos; y gritarán tu nombre reclamando al firmamento que las luminares les concedan el Fuego de Prometeo. CONTINUARÁ.....
Nuevas trenzas de oro serán segadas de los trigales,
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desprendiendo sus cabellos para sembrarlos
en la constelación del león.
No arrancará la hija de Atlas tu rostro primaveral
de mi memoria, azuzando el fuego de las estrellas
en las Targelias de Mayo.
Ni el mismo Apolo perdonaría el olvido.
No se extinguirá el fulgor de mi doncella
por la envidia de ningún Dios, sea o no griego.
Florecerá siempre; porque ese es el capricho de lo bello;
resurgiendo como el “buen fuego” en la hoguera sagrada
de las nueve maderas que los druidas encendieron.
Deseaba para sí, la esposa del Dios del trueno estos cabellos,
y los reyes; y los dioses; y los hombres; y los memos;
y gritarán tu nombre reclamando al firmamento
que las luminares les concedan el Fuego de Prometeo.
CONTINUARÁ.....